La espondilitis anquilosante (EA) es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta principalmente a la columna vertebral y las articulaciones sacroilíacas (ubicadas en la parte inferior de la espalda), lo que puede causar dolor y rigidez. Si no se trata adecuadamente, puede llevar a la fusión de las vértebras, limitando la movilidad y afectando seriamente la calidad de vida. Pero, ¿cómo podemos prevenirla, aliviar sus síntomas y vivir una vida plena? Vamos a descubrirlo en este artículo.
La espondilitis anquilosante pertenece al grupo de enfermedades conocidas como espondiloartropatías, que son condiciones que afectan las articulaciones. Se cree que tiene una base genética, siendo el gen HLA-B27 un factor de riesgo significativo. Sin embargo, no todas las personas con este gen desarrollan la enfermedad, lo que sugiere que otros factores, como infecciones o desequilibrios inmunológicos, también podrían estar involucrados.
En el cuerpo, la espondilitis anquilosante provoca inflamación en las articulaciones de la columna vertebral. Esta inflamación puede llevar a la erosión del hueso y la formación de tejido cicatricial, que eventualmente puede calcificarse, un proceso conocido como anquilosis. Cuando ocurre la anquilosis, las vértebras se fusionan, lo que reduce la flexibilidad de la columna vertebral y puede llevar a una postura encorvada y dolorosa.
Aunque la espondilitis anquilosante no se puede prevenir de manera absoluta, adoptar un estilo de vida saludable puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar esta y otras enfermedades inflamatorias.
1. Alimentación Antiinflamatoria:
Ácidos Grasos Omega-3: Incorporar alimentos ricos en omega-3, como el pescado azul (salmón, sardinas), las semillas de chía y las nueces, puede ayudar a reducir la inflamación.
Frutas y Verduras: Priorizar alimentos frescos y ricos en antioxidantes, como las bayas, espinacas, brócoli y tomates, que ayudan a combatir la inflamación.
Especias Antiinflamatorias: La cúrcuma y el jengibre son potentes antiinflamatorios naturales que pueden añadirse a las comidas diarias.
Evitar Procesados y Azúcares Refinados: Estos alimentos pueden promover la inflamación y deben consumirse con moderación.
2. Ejercicio Regular:
Movilidad y Flexibilidad: El yoga y el pilates son excelentes para mantener la flexibilidad de la columna y prevenir la rigidez.
Fortalecimiento Muscular: Ejercicios de fortalecimiento, especialmente en la zona del core (abdominales y espalda baja), pueden proporcionar un mejor soporte a la columna vertebral.
Actividad Cardiovascular: Caminar, nadar o andar en bicicleta mantienen el corazón sano y ayudan a controlar el peso, lo que reduce la presión sobre las articulaciones.
3. Mantener un Peso Saludable:
Un peso adecuado reduce la carga sobre la columna vertebral y las articulaciones, disminuyendo así la probabilidad de inflamación y dolor.
4. Control del Estrés:
El estrés crónico puede desencadenar o empeorar la inflamación. Técnicas como la meditación, la respiración profunda y el tai chi pueden ser útiles para mantener el estrés bajo control.